El pianista del Gueto de Varsovia

¿Una palabra?: “Tendencia”. Quiero regalarte una tendencia cada vez que cumplas años. Esta vez, quisiera que fuera mi tendencia a llamar “maestro” a cualquier profesor. Si un maestro es el que se encarga de la educación de los niños, creo que nunca se deja de ser maestro. Tampoco se deja de ser niño. Ni mota de polvo. Ni dios. Quisiera que aprendieras, como yo aprendí, que vas a ser igual de efímero viviendo 20 años que viviendo 85. Y quisiera que supieras, como yo supe, que vas a ser igual de eterno viviendo 20 años que viviendo 85. Todo es cuestión del contexto. Ahora mismo, sea lo que sea este “ahora mismo”, los años llegan en forma de cicatrices en la mano. La derecha en este caso. Entre ciego o sordo, no lo tengo claro. Entre manco o cojo, preferiría ser cojo. Vivas 20 años u 85, vas a ser todo y nada. Igual que el que se va sin despedirse es soberbio a la vez que modesto, nimio y nimio (en sus dos significados). Igual que el que se despide abusivamente es exactamente lo mismo, y también viceversa. Lo mejor de depender del contexto es que entre un yocto y una yotta de terreno siempre hay algo con lo que entretenerse. Siempre puedes ser maestro y niño, y también viceversa. En cualquier caso, y debido a otras tendencias: “Gracias” o “Nos vemos el miércoles”.

P.D: Hasta la próxima cicatriz. A la que acudiré con mi regalo si soy capaz de conseguir dar cada paso con la delicadeza con la que hace las cosas, y la música, el pianista al que le han dicho: “te estás jugando las manos”. A pesar de todo, y/o quizás por eso, es lo que intento desde que me hablaron de la entropía.

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